sábado, 16 de enero de 2010

Nueva gramática pinamarense


Estaba tomando un café a precio dólar en plena avenida Bunge de Pinamar cuando escuché el siguiente diálogo:

Esta noche me voy a quedar despierto para ver el amanecer en la playa.

Está mal decir amanecer. Debería ser “manecer”, porque la “a”, al principio de la palabra, significa no. Amanecer en realidad significa atardecer, y atardecer significa amanecer.

Alcé la vista para ver al responsable de aquel hallazgo filológico. Casi no me sorprendió ver que se trataba del típico veraneante pinamarense: joven padre de familia que aprovecha el descanso estival para despuntar el vicio del rugby playero y cubrir la cuota de lectura anual equivalente a las primeras cuarenta páginas del best-seller del verano. Me dije que la academia argentina de letras necesitaba más gramáticos improvisados para descomprimir un poco el corsé de nuestro idioma. Sin pensarlo dos veces, igual que aquel improvisado filólogo, acometí las primeras páginas de la nueva gramática castellana:

Amanecer: Cualquier momento del día que no sea la mañana.

Atardecer: Cualquier momento del día que no sea la tarde.

Anochecer: Cualquier momento del día que no sea la noche.

Aterrizaje: Inundación.

Alunizar: Ocultar la luna de nuestra vista interponiendo un pulgar entre nuestro único ojo abierto y el satélite de la Tierra.

Alistar: tachar ítems de una lista de supermercado.

Abadía: programa televisivo conducido por cualquier persona que no sea Juan Alberto Badía.

Abajo: cualquier instrumento musical que no sea un bajo eléctrico.

Abalanzarse: abstenerse de controlar el peso de uno.

Abanderado: hincha de futbol a quien le birlaron la bandera de su equipo.

Abaratar: encarecer.

Abarcar: hundir la flota del enemigo.

Abarrotado: recién salido de la cárcel.

Abasto: cualquier naipe de copa, oro o espada.

Abatido: Gancia sin revolver.

Abeto: Ver Abadía.

Ablandar: endurecer

Abocado: en ayunas.

Abono: Cualquiera de los integrantes de U2 que no sea su cantante.

Abrazo: Manco.

Abuelo: pedestre.

Aburguesarse: caer en desgracia (de la burguesía al proletariado).

Acabar: hacer una montaña de tierra.

Acallar: cederle la palabra a alguien.

Acalorado: fresco como una lechuga.

Acampar: trazar los planos de una ciudad futura.

Acampante: preocupado. Como en la frase: “estaba lo más acampante”.

Acanalado: privado de la televisión por cable.

Acanto: afónico.

Afónico: acanto.

Acaramelado: niño al que acaban de sustraerle un dulce.

Acariciado: persona sin nadie que lo mime.

Acaso: causa perdida. Como en la frase “Che, con vos acaso”, que originalmente se decía. “Con vos no hay caso, che”.

Acatar: beber vino sin antes degustarlo.

Acerca: lejos.

Acierto: falso.

Aclarar: oscurecer. De ahí viene la frase "no aclares que oscurece".

Acodarse: desarrollar codo de tenista.

Acogida: virgen.

Aconcharse: someterse la mujer a una operación para cambiar de sexo.

Acondicionado: apto para todo público.

Acopiar: responder las preguntar de un examen sin ayuda de ningún compañero.

Acople: adaptación en prosa de un poema originalmente escrito en verso.

Acordonar: desabrochar.

Acoso: Persona que habla con propiedad y llama a todas las cosas por su nombre.

Acumulado: cualidad del cielo sin nubes.

Adivina: mujer desagradable.

Afín: interminable. Como en la película La historia afín.

Afirmar: regalar un libro de nuestra autoría sin autografiarlo.

Agente: desierto.

La llegada del mozo con la cuenta interrumpió la redacción de mi nueva gramática. El sol caía a mis espaldas y para él era hora de cerrar mi mesa y volver a casa. Lo miré en los ojos y le dije: “amanece que no es poco”.


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